No por anunciado ha sido menos doloroso. La mañana de este martes 20 de agosto ha dejado un hueco (literal) en el corazón de La Solana.
Desde primera hora de la mañana ha comenzado la tala del pino que ocupaba el «jardinillo» del Cristo del Amor. En realidad era la crónica de una «muerte anunciada».
Al igual que con las personas, la despedida ha sido dura. Ver desvanecerse a un icono, testigo del día a día en una plaza que ha visto pasar nuestra niñez y adolescencia.
Las acículas amarillentas no engañaban. Hasta aquí ha llegado el viaje de este pino majestuoso que se ha ido desvaneciendo por culpa del paso del tiempo, o más probablemente, de algún hongo letal.
Es ley de vida. Aunque solo sea un árbol, significa mucho más que eso. El paisaje urbano desde hoy está más triste. Toca volver a empezar para que dentro de varias décadas la sombra imponente de otro ejemplar (de la especie que sea) vuelva a hacer latir ese corazón…el del Cristo del Amor. Hasta siempre.
FOTOS: Inmaculada Serrano

