El Parque Natural de Las Lagunas de Ruidera se viste de colores durante el otoño. Lejos del bullicio de los meses de julio y agosto, este paraíso en mitad del Campo de Montiel tiñe de rojizos, ocres, amarillos y azules la paleta visual para el visitante.
Sin el ir y venir del trajín veraniego, es un placer recorrer durante el mes de noviembre esta joya declarada Parque Natural el 13 de julio de 1979 que ocupa los términos municipales de Ruidera, Ossa de Montiel, Alhambra, Argamasilla de Alba y Villahermosa.
Las 3772 hectáreas que forman este espacio protegido son un remanso de vida acuática y terrestre. Las especies presididas por las encinas, junto a la vegetación de ribera, los espartizales, y las aromáticas como el tomillo y el romero reciben al visitante.

El contexto de un Parque Natural único junto a Plitvice (Croacia)
La peculiaridad del Parque Natural reside en el desnivel que existe entre la Laguna Blanca (870 metros) hasta los 730 metros del Embalse de Peñarroya. En medio, como se puede observar en la infografía de Federico J. García Mariana, el parque se divide en tres tramos: Lagunas altas (Blanca, Conceja, Tomilla y Tinaja); Lagunas de la cuenca media (San Pedro, Redondilla, Lengua, Salvadora, Santos Morcillo, Batana y Colgada) y las Lagunas de la Cuenca Baja (Del Rey, Cueva de la Morenilla, Coladilla y Cenagosa).
La precipitación calcárea, encargada de formar barreras tobáceas da como resultado las espectaculares crestas por las que desborda el agua (cuando el parque está pleno de vida).


Esperando el agua
El visitante que busque unas lagunas siempre rebosantes se equivoca. Ruidera funciona por aportación superficial y subterránea. Hay lagunas que se secarán mucho antes (las altas) como ocurre en la actualidad y otras a las que afectará mucho menos el déficit pluviométrico. Los testigos de la salud de Ruidera siempre son la laguna «Lengua» y «Redondilla» (actualmente muy mermadas). Su recarga dependerá de este otoño e invierno. Pero su llenado no se producirá en cuestión de semanas.
Es un ciclo «diesel» que puede que se haya activado tras un mes de octubre generoso. Mientras el agua completa el ciclo y recupera el esplendor, nos queda contemplar con agrado el espectáculo. Un valle fluvial represado naturalmente. Para muchos, nacimiento del Rio Guadiana…para otros no. En cualquier caso, un ecosistema único que debemos cuidar al máximo y valorarlo. Será la forma en la que las generaciones presentes y futuras cuiden, recuperen y mimen este «pulmón» del Campo de Montiel que recibe más de medio millón de visitas al año.



